Un análisis del evento “Awe Dropping” de Apple, donde la obsesión por la forma eclipsó la urgente necesidad de fondo en la era de la inteligencia artificial.
En el corazón de Silicon Valley, bajo el sol implacable de septiembre, Apple convocó al mundo a su campus para un evento bautizado con una promesa audaz: “Awe Dropping”, o “Maravillas a la vista”.
Durante poco más de una hora, la compañía más valiosa del mundo desplegó su habitual y pulcro espectáculo de innovación. Se presentaron nuevos relojes que vigilan nuestra salud, auriculares que prometen derribar las barreras del idioma y, por supuesto, la nueva generación de su producto estrella, el iPhone.
Sin embargo, al apagarse las luces del Steve Jobs Theater, la maravilla más memorable no fue un algoritmo complejo ni una inteligencia artificial revolucionaria.
Fue algo tangible, casi anacrónico: un teléfono tan delgado que parecía desafiar las leyes de la física.
En un año en que la conversación tecnológica global gira obsesivamente en torno al poder intangible de la inteligencia artificial generativa, la declaración más contundente de Apple fue una proeza de diseño industrial.
Este acto revela la encrucijada estratégica en la que se encuentra la compañía: un dominio absoluto y casi inalcanzable en el diseño de hardware frente a una cautela palpable en la carrera armamentista del software y la IA, una carrera en la que sus rivales ya le llevan una ventaja considerable.
El contexto de este lanzamiento es crucial. El mercado de los smartphones ha alcanzado una meseta.
El crecimiento se ha ralentizado, los ciclos de actualización de los usuarios se alargan cada vez más y la innovación incremental ya no es suficiente para generar el fervor de antaño. Apple no es inmune a esta realidad.
Por ello, este evento no puede ser juzgado como una simple presentación de productos, sino como la respuesta estratégica de Tim Cook a la saturación del mercado y a la creciente presión de los inversores por encontrar nuevas fuentes de asombro y, sobre todo, de ingresos.
La reacción inicial de Wall Street fue un termómetro elocuente: las acciones de la compañía cayeron un 1.48% tras el anuncio, un claro indicio de que, para el mercado, el asombro no fue suficiente.
Aquí es donde el eslogan “Awe Dropping” adquiere una nueva dimensión. El marketing de Apple es legendario por su precisión quirúrgica; cada palabra es deliberada. El momento inequívocamente “asombroso” del evento fue la revelación física del iPhone 17 Air, un objeto de una delgadez casi imposible.
Al mismo tiempo, la presentación fue notablemente escasa en novedades sustanciales sobre Apple Intelligence o la tan esperada renovación de Siri, áreas donde analistas y usuarios perciben un claro rezago frente a Google y Samsung. Este desequilibrio no parece casual.
La elección de centrar la narrativa en un logro de hardware tangible y fácil de comunicar —la delgadez— funciona como una magistral maniobra de distracción.
Es el clásico truco de ilusionismo: dirigir la atención del público a la mano que realiza el gesto espectacular para desviar la mirada de la otra, donde la acción es menos impresionante. Apple nos mostró una maravilla física para que no preguntáramos con demasiada insistencia por la maravilla intelectual que aún no ha llegado.
iPhone 17 Air: La Obsesión por la Forma y el Riesgo del Fondo
El protagonista indiscutible del evento fue el iPhone 17 Air. Se trata de una auténtica proeza de la ingeniería, un dispositivo de apenas 5.6 mm de grosor, más fino que muchos lápices.
Para lograrlo, Apple ha recurrido a un chasis de titanio de grado 5, el mismo que se utiliza en la industria aeroespacial, que combina una rigidez excepcional con una ligereza asombrosa.
El interior ha sido completamente rediseñado, con los componentes principales alojados en una nueva “meseta” mecanizada con precisión y una batería de alta densidad que aprovecha cada micrómetro de espacio disponible. Es, sin duda, un objeto hermoso, una declaración de que Apple sigue siendo el maestro indiscutible de la forma.
Pero, ¿Qué lugar ocupa este nuevo dispositivo en la familia iPhone?
El Air llega para reemplazar al modelo “Plus” , pero su posicionamiento es ambiguo. Con una pantalla de 6.6 pulgadas, se sitúa entre el iPhone 17 estándar (que crece a 6.3 pulgadas) y el Pro Max de 6.9 pulgadas.
Sin embargo, su precio de partida es de 999 dólares por 256 GB, significativamente más alto que el del modelo Plus al que sustituye. Esto sugiere que el Air no es simplemente un nuevo tamaño, sino una estrategia para crear una nueva categoría premium basada exclusivamente en el diseño, justificando así un aumento de precio para el iPhone de pantalla grande no profesional.
Esta búsqueda de la delgadez extrema, sin embargo, conlleva sacrificios inevitables. La autonomía, aunque respetable, es notablemente inferior a la de sus hermanos mayores, ofreciendo hasta 27 horas de reproducción de vídeo frente a las 39 horas del Pro Max.
Su sistema de cámaras, aunque cuenta con un potente sensor principal de 48 megapíxeles, carece de la versatilidad del sistema de triple lente de los modelos Pro, limitando sus capacidades en fotografía con zoom.
El iPhone 17 Air es, por tanto, un producto de nicho: un teléfono para aquellos que valoran la estética y la sensación en la mano por encima de la autonomía y la potencia fotográfica bruta.
No obstante, la existencia del iPhone Air podría tener un propósito estratégico que va mucho más allá de su propio ciclo de ventas.
Los desafíos de ingeniería que Apple ha tenido que superar para crearlo —la miniaturización radical de componentes, el desarrollo de un chasis ultradelgado pero resistente y la maximización de la densidad de la batería en un volumen mínimo— son precisamente los mismos obstáculos que deben superarse para fabricar un teléfono plegable viable y duradero. Varios analistas del sector sugieren que el Air es, en esencia, un ensayo general.
Apple estaría utilizando este producto comercial para perfeccionar las cadenas de suministro, los procesos de fabricación y la ciencia de materiales necesarios para un futuro dispositivo plegable.
Es una forma de “probar el concepto de hacer un panel lo más fino posible” en el mundo real, mientras genera ingresos y mide el apetito del consumidor por dispositivos de diseño ultrapremium. El iPhone Air no es solo un nuevo teléfono; es un laboratorio de investigación y desarrollo a la vista de todos.
iPhone 17 Pro: Potencia Bruta en Busca de un Propósito Real
Si el iPhone Air es la oda de Apple a la forma, los modelos iPhone 17 Pro y Pro Max son su monumento a la fuerza bruta. En su interior late el nuevo chip A19 Pro, fabricado en un proceso de 3 nanómetros y, por primera vez, acompañado de 12 GB de memoria RAM.
Este procesador no solo es más rápido, sino que integra aceleradores neuronales en cada núcleo de su GPU, ofreciendo lo que Apple describe como “niveles de computación de un MacBook Pro” en la palma de la mano.
La pregunta, cada vez más pertinente en un mercado maduro, es: ¿para quién es toda esta potencia?
Para la gran mayoría de las tareas diarias, desde la navegación web hasta las redes sociales, los chips de generaciones anteriores ya eran más que suficientes. Este nivel de rendimiento parece una solución en busca de un problema.
Quizás anticipando esta pregunta, Apple ha introducido por primera vez en un iPhone un sistema de refrigeración por cámara de vapor, integrado en un nuevo diseño unibody de aluminio.
Esta es una admisión tácita de que el sobrecalentamiento se había convertido en el principal factor limitante del rendimiento.
Este sistema permite una mejora del 40% en el rendimiento sostenido, una cifra crucial para los jugadores de videojuegos más exigentes y, teóricamente, para las futuras tareas de inteligencia artificial que se ejecuten en el dispositivo.
El cambio más visible en los modelos Pro es el rediseño del módulo de cámaras. Apple abandona el ya icónico cuadrado de tres lentes en favor de una franja horizontal que ocupa toda la parte superior del dispositivo, un diseño que algunos ya apodan “la pista de aterrizaje“. Este cambio no es solo estético; permite albergar sensores más grandes.
Ahora, las tres cámaras traseras —principal, ultra gran angular y teleobjetivo— cuentan con una resolución de 48 megapíxeles. La verdadera estrella es el nuevo teleobjetivo, capaz de alcanzar un zoom óptico de hasta 8x, equivalente a una distancia focal de 200 mm.
La cámara frontal también recibe una mejora sustancial, saltando a 18 MP e incorporando la función Center Stage, que mantiene al usuario siempre encuadrado durante las videollamadas.
Todo este progreso tecnológico tiene un costo. El iPhone 17 Pro sube su precio de partida a 1,099 dólares, y Apple ha eliminado la opción de almacenamiento de 128 GB, forzando a los compradores a empezar en el modelo de 256 GB, que es más caro.
Esta es una manifestación clara de la estrategia de “premiumización” que domina el mercado: ante la imposibilidad de vender más unidades, la única vía para el crecimiento de los ingresos es vender cada unidad a un precio mayor.
Este conjunto de mejoras también invita a una reflexión sobre el significado de la etiqueta “Pro”. Tradicionalmente, este término designaba una herramienta para profesionales cuyo trabajo dependía de capacidades únicas.
Sin embargo, las principales novedades del iPhone 17 Pro —refrigeración para videojuegos, una potencia de procesamiento desmedida y un zoom de largo alcance— parecen dirigidas más a un perfil de entusiasta tecnológico que a las necesidades reales de un fotógrafo, cineasta o ejecutivo.
Mientras tanto, el iPhone 17 estándar ha heredado características “Pro” del pasado, como la pantalla ProMotion de 120 Hz , convirtiéndolo en un dispositivo sobradamente capaz para la mayoría de los usuarios, incluidos muchos profesionales.
Apple parece estar redefiniendo sutilmente el término “Pro”. Ya no se trata de una herramienta de profesional, sino de un objeto de deseo para entusiastas, un distintivo para aquellos que quieren tener lo último y lo mejor, sin importar si realmente lo necesitan.
necesidadEl Ecosistema se Expande: Watch y AirPods como Guardianes Personales
Más allá del iPhone, el evento de septiembre sirvió para reforzar los otros dos pilares del ecosistema personal de Apple: el Apple Watch y los AirPods.
Ambos dispositivos recibieron actualizaciones que los alejan de ser meros accesorios para convertirlos en herramientas cada vez más integradas en nuestra salud y comunicación.
La gran protagonista en la muñeca es la nueva capacidad de los Apple Watch Series 11 y Ultra 3 para detectar indicios de hipertensión.
Esta no es una simple medición puntual, sino un sistema de monitorización continua que puede alertar a los usuarios de una posible condición crónica, un avance significativo hacia la medicina preventiva. Apple estima que esta función podría notificar a más de un millón de personas con hipertensión no diagnosticada solo en su primer año.
El Apple Watch Ultra 3, por su parte, refuerza su identidad como dispositivo para aventureros al incorporar conectividad por satélite, permitiendo enviar mensajes de emergencia desde lugares sin cobertura celular.
La autonomía también mejora en toda la gama, alcanzando las 24 horas en el Series 11 y unas impresionantes 42 horas en el Ultra 3 (extensibles a 72 horas en modo de bajo consumo).
En el ámbito del audio, los nuevos AirPods Pro 3 introducen una función que hasta ahora era terreno de la ciencia ficción para muchos: la traducción de conversaciones en tiempo real. Esta capacidad, que pone a Apple a la par de los Pixel Buds de Google, promete transformar la manera en que interactuamos al viajar o en entornos multiculturales.
Los auriculares también estrenan un chip H3 para una cancelación de ruido mejorada, un diseño más compacto tanto para los audífonos como para el estuche, y una mayor resistencia al agua y al sudor con certificación IP57.
Además, los rumores apuntan a la futura integración de sensores de salud, como el de frecuencia cardíaca, difuminando aún más la línea entre un dispositivo de audio y un monitor de bienestar.
El pegamento que une todas estas piezas es el software. La nueva interfaz “Liquid Glass”, presentada en la Conferencia Mundial de Desarrolladores (WWDC), llega finalmente a los usuarios, unificando la experiencia visual en iOS 26 y watchOS 26.
Pequeñas mejoras, como el asistente de entrenamiento “Workout Buddy” o el nuevo gesto de girar la muñeca para descartar notificaciones, demuestran que la verdadera fortaleza de Apple no reside en un único dispositivo, sino en la interacción fluida y casi invisible entre todos ellos.
Esta constante expansión hacia la salud revela una estrategia a largo plazo de una profundidad formidable. Las nuevas funciones —alertas de hipertensión, detección de apnea del sueño, monitorización de frecuencia cardíaca en los AirPods— no son añadidos aleatorios.
Todas ellas generan un flujo constante de datos de salud personales, sensibles y longitudinales. Esta información se consolida en la aplicación Salud de Apple, creando un historial médico digital increíblemente detallado que vive y respira dentro del ecosistema.
Cuanto más confía un usuario en estas funciones, más valioso se vuelve su perfil de salud personal y, en consecuencia, más alto es el coste de abandonar el ecosistema.
Cambiar a Android implicaría perder años de datos de salud invaluables. Por tanto, la incursión de Apple en la salud no es solo una estrategia para vender más relojes y auriculares; es una forma de construir un “foso de datos” personal e intransferible alrededor de cada cliente.
Este foso es mucho más difícil de asaltar para la competencia que cualquier característica de hardware y se convierte en una de las razones más poderosas para permanecer fiel a la manzana.
El Duelo de Titanes: Apple vs. Samsung en 2025
El lanzamiento de la nueva gama de Apple inevitablemente la pone en curso de colisión con su archirrival, Samsung. Ambas compañías dominan la gama alta del mercado, pero lo hacen desde filosofías radicalmente opuestas.
Apple apuesta por la integración vertical, un control férreo sobre hardware y software para ofrecer una experiencia curada y pulida, aunque a veces a un ritmo de innovación más lento. Samsung, por su parte, representa la vanguardia de la experimentación, siendo a menudo el primero en lanzar nuevas tecnologías como las pantallas plegables y en integrar agresivamente suites de inteligencia artificial como “Galaxy AI”.
Las siguientes tablas comparativas desglosan, especificación por especificación, cómo estas dos visiones se materializan en los productos que competirán por el bolsillo de los consumidores en 2025.
La Batalla de los Buques Insignia
El enfrentamiento entre el iPhone 17 Pro Max y el Samsung Galaxy S25 Ultra es la máxima expresión de la telefonía móvil no plegable. Aquí se miden la potencia del silicio personalizado de Apple y la integración de su ecosistema contra la versatilidad fotográfica de Samsung y su dominio en la tecnología de pantallas.
Característica | Apple iPhone 17 Pro Max | Samsung Galaxy S25 Ultra |
Pantalla | 6.9″ LTPO Super Retina XDR OLED, 1320×2868, 120 Hz ProMotion, 3000 nits pico | 6.9″ Dynamic LTPO AMOLED 2X, 1440×3120, 120 Hz, 2600 nits pico |
Procesador | Apple A19 Pro (3 nm), 12 GB RAM | Qualcomm Snapdragon 8 Elite (3 nm), 12 GB / 16 GB RAM |
Cámaras Traseras | Triple: 48 MP Principal, 48 MP Ultra Gran Angular, 48 MP Teleobjetivo (8x óptico) | Cuádruple: 200 MP Principal, 50 MP Ultra Gran Angular, 10 MP Teleobjetivo (3x óptico), 50 MP Teleobjetivo Periscópico (5x óptico) |
Cámara Frontal | 18 MP con Center Stage | 12 MP |
Batería | 4,832 mAh (eSIM: ~5,088 mAh), Carga rápida 50% en 20 min | 5,000 mAh, Carga rápida 45W (65% en 30 min) |
Almacenamiento | 256 GB, 512 GB, 1 TB, 2 TB | 256 GB, 512 GB, 1 TB |
Materiales | Marco de aluminio, Ceramic Shield 2 | Marco de titanio, Corning Gorilla Armor 2 |
Extras | Refrigeración por cámara de vapor, Face ID, Wi-Fi 7 | Stylus S Pen integrado, Refrigeración por cámara de vapor, Lector de huellas ultrasónico, Wi-Fi 7 |
Precio Base | $1,199 (256 GB) | $1,299 (256 GB) |
La Guerra en la Muñeca
En el segmento de los smartwatches de élite, la elección es clara. El Apple Watch Ultra 3 se posiciona como el compañero definitivo para el usuario de iPhone que busca durabilidad y seguridad. El Galaxy Watch Ultra de Samsung compite con una autonomía superior en modo ahorro, una plataforma más abierta (Wear OS) y un enfoque agresivo en el seguimiento de la salud a través de su BioActive Sensor.
Característica | Apple Watch Ultra 3 | Samsung Galaxy Watch Ultra (2025) |
Pantalla | Pantalla más grande y brillante que el modelo anterior | 1.5″ Super AMOLED, 480×480, 3000 nits pico |
Procesador | Chip S11 | Exynos W1000 (3 nm) |
Batería | Hasta 42 horas (normal), hasta 72 horas (ahorro) | Hasta 60 horas (normal), hasta 100 horas (ahorro) |
Materiales | Caja de titanio 100% reciclado | Caja de titanio |
Resistencia | Resistencia al agua 100m, apto para buceo recreativo | 10 ATM, IP68, MIL-STD-810H |
Conectividad | 5G, Conectividad Satelital | LTE, GPS de doble frecuencia (L1+L5) |
Sensores Clave | Alertas de hipertensión, ECG, SpO2, Temperatura | BioActive Sensor, ECG, Presión arterial, SpO2, Temperatura |
Almacenamiento | No especificado (probablemente 64 GB) | 32 GB / 64 GB |
Precio Base | $799 | ~$649 |
El Sonido del Futuro
El mercado de los auriculares “true wireless” es ferozmente competitivo. La comparativa entre los AirPods Pro 3 y los Galaxy Buds 3 Pro revela un choque de prioridades: la magia del ecosistema y el audio computacional de Apple contra la apuesta de Samsung por la alta fidelidad de audio (con su códec propietario SSC) y un hardware de doble vía.
Característica | Apple AirPods Pro 3 | Samsung Galaxy Buds 3 Pro |
Audio | Chip H3, Cancelación de Ruido Activa mejorada | Doble vía (woofer + tweeter), Codecs AAC, SBC, SSC (24-bit) |
Batería | 8 horas por carga (auriculares), hasta 30 horas con estuche | 5-6 horas por carga (con ANC), hasta 26-30 horas con estuche |
Resistencia | IP57 (resistencia al agua y sudor) | IP57 (resistencia al agua y polvo) |
Extras | Traducción en vivo, Audio Espacial, Sensor de frecuencia cardíaca | Traducción en vivo (Galaxy AI), Audio 360, Controles táctiles y de pellizco |
Conectividad | Bluetooth (versión no especificada) | Bluetooth 5.4 |
Precio Base | $249 | ~$249 |
Un Futuro Esbelto pero Incierto
Al final, el evento “Awe Dropping” de Apple fue una exhibición magistral de lo que la compañía hace mejor: un diseño industrial exquisito, una ingeniería de hardware que roza el arte y un ecosistema de productos que se entrelazan con una elegancia inigualable.
El iPhone 17 Air es una pieza de diseño audaz y hermosa que sin duda encontrará su público. Los modelos Pro son una demostración de poderío tecnológico que empuja los límites de lo posible en un dispositivo móvil. Y los wearables, con el Apple Watch y los AirPods, se consolidan como guardianes cada vez más indispensables de nuestra salud y nuestra conexión con el mundo.
Sin embargo, la presentación dejó en el aire la pregunta más importante y urgente. Hizo muy poco para disipar las crecientes dudas sobre la posición de Apple en la nueva era de la inteligencia artificial generativa.
Mientras competidores como Samsung no dudan en posicionar “Galaxy AI” como un argumento de venta central y diferenciador , Apple Intelligence todavía se siente como un proyecto en desarrollo, una promesa a futuro cuya manifestación más esperada, una Siri verdaderamente inteligente, sigue en el horizonte, prevista para más adelante.
El evento de 2025 ha mostrado a una compañía que sigue perfeccionando su fórmula centrada en el hardware en el preciso instante en que la industria pivota hacia un futuro definido por la inteligencia. Apple ha ganado tiempo con una pieza de diseño deslumbrante, el iPhone Air, que sin duda ha capturado la atención. Pero el reloj no se detiene.
El futuro que Apple nos ha presentado es, sin duda, más esbelto. Pero sin un salto cuántico y convincente en inteligencia, también sigue siendo profundamente incierto.
Por Marcelo Lozano – General Publisher IT Connect Latam