Solo un pyaso puede comparar a la NASA con el CONICET

¿Comparar la NASA con el CONICET? ¡Claro, y Yo Puedo Comparar la Luna con una Moneda de 10 cvos!

Hoy me encuentro frente a una comparación que, si bien intenta presentar un contraste interesante, sigue siendo como intentar comparar manzanas con naranjas, o en este caso, tratar de comparar la NASA con el CONICET de Argentina.

¡Sí, alguien ha sacado esta comparación del sombrero de las ideas disparatadas! Pero antes de que me ataque la risa incontrolable, permitan que desglose por qué esta comparación absurda, aunque tenga sus elementos de ´seudo-valor, no resiste el análisis crítico.

La NASA y el CONICET no son comparables.
La NASA y el CONICET no son comparables.

En un rincón, tenemos a la NASA, la agencia espacial estadounidense que ha estado a la vanguardia de la exploración espacial durante décadas.

En el otro rincón, presentamos al CONICET, una institución científica argentina que ha demostrado su valía en una variedad de campos.

Pero aquí está la cosa: comparar simplemente el número de empleados de ambas organizaciones, aunque interesante, es un juego de números que ignora por completo la naturaleza y magnitud de sus respectivas misiones.

¿La NASA tiene 17 mil empleados? Fantástico. ¿El CONICET tiene 35 mil empleados? Excelente.

Pero déjenme ponerlo en perspectiva: la NASA es conocida por su papel en la exploración espacial, la tecnología avanzada y las misiones científicas más allá de nuestro planeta. Ha enviado seres humanos a la Luna y explorado planetas distantes. Su presupuesto y alcance reflejan su misión de alcance global.

Por otro lado, el CONICET, con sus investigaciones admirables y valiosas contribuciones, se centra en un rango de campos científicos y tecnológicos.

Desde el desarrollo de satélites hasta avances médicos como la vacuna contra el COVID-19, Argentina ha demostrado su capacidad científica y tecnológica.

Pero comparar la diversidad de proyectos y logros del CONICET con la exploración espacial y la investigación de frontera de la NASA es como comparar una paleta de colores con una galaxia.

Es maravilloso que Argentina, con un presupuesto limitado, haya logrado tanto a través del CONICET. Pero insinuar que esto es comparable a la NASA, con su presupuesto anual que supera el Producto Interno Bruto de muchos países, es tan ingenuo como creer que puedo comprar la Luna con una moneda de diez centavos.

En última instancia, debemos celebrar los logros científicos y tecnológicos sin necesidad de comparaciones absurdas.

La NASA tiene foco en un tema, el CONICET en varios más
La NASA tiene foco en un tema, el CONICET en varios más

El CONICET ha demostrado que se pueden hacer grandes cosas con recursos limitados, y la NASA sigue siendo un faro de inspiración para la exploración del universo. Así que, queridos lectores, sigamos admirando y apoyando a estas instituciones por lo que son y por lo que representan, sin necesidad de sumergirnos en comparaciones tan desequilibradas.

A continuación reflejamos el comunicado del Red de Pensamiento Latinoamericano en Ciencia Tecnología y Sociedad, para repudiar las palabras del candidato Milei, expresadas recientemente y que van en concordancia con las que una vez pronunció el fracasado ex ministro de Economía D.F Cavallo, quien mandó a los científicos a lavar los platos, provocando la mayor diáspora de ciencia argentina de la istoria.

CINCO MOTIVOS PARA PRESERVAR LA CIENCIA PÚBLICA

Argentina enfrenta actualmente uno de los momentos más críticos de su historia, con un futuro lleno de incertidumbre. En las próximas elecciones nacionales se plantean dos escenarios posibles que representan los dos grandes modelos de país en disputa.

Por un lado, el modelo neoliberal de derecha, basado en una economía primarizada, extractivista y financiarizada, con un rol mínimo del Estado y la posibilidad de un gobierno dispuesto a desmantelar derechos y garantías, poniendo en peligro el futuro democrático del país, encaminándolo hacia la violencia, la muerte, el empobrecimiento y la destrucción.

En este modelo, la ciencia y la tecnología, como ya lo ha insinuado Milei y demostrado el macrismo, son consideradas prescindibles y están subordinadas a intereses particulares de una parte del sector privado.

Las leyes, instituciones y financiamiento que sustentan su desarrollo pueden ser eliminadas de un plumazo mediante un simple decreto, en algunos casos, vulnerando la legislación vigente.

Por otro lado, encontramos una alternativa que se caracteriza por un modelo de país centrado en la producción, con un Estado desempeñando un papel crucial.

Esta visión, representada por Unión por la Patria, abarca diversas variantes. En todas ellas, la ciencia y la tecnología se consideran herramientas esenciales para el crecimiento y la resolución de las necesidades y desafíos de la sociedad.

En este contexto, es imperativo, por un lado, defender el complejo científico-tecnológico nacional de su posible desmantelamiento y, por otro, profundizar y redirigir la política científico-tecnológica hacia la solución de los problemas y necesidades de nuestra sociedad.

A continuación, presentamos cinco razones por las cuales la ciencia y la tecnología deben permanecer bajo el control y financiamiento del Estado:

  1. En el mundo actual, la ciencia y la tecnología son herramientas indispensables para el desarrollo de una nación. El conocimiento aporta valor agregado al crecimiento económico en todos los sectores (primario, industrial y servicios) y contribuye a la resolución de los problemas sociales y ambientales. Las potencias mundiales, como Estados Unidos, la Unión Europea, China y Japón, cuentan con sistemas públicos sólidos de ciencia, tecnología e innovación.
  2. La evidencia histórica de los países desarrollados y emergentes revela que fue el Estado, no el mercado, el principal inversionista detrás de los avances científico-tecnológicos que dieron origen a las mayores innovaciones. El Estado es el único capaz de realizar inversiones a gran escala, arriesgadas y sin garantía de retorno, que no representan una oportunidad de negocio inmediato para el sector privado. Un ejemplo paradigmático es internet y el sector de las telecomunicaciones, que reconfiguraron la economía global desde la década de 1980, siendo fruto de esfuerzos estatales en gobiernos capitalistas liberales, como el de Estados Unidos.
  3. Argentina ha demostrado un valioso historial de investigación en prácticamente todas las áreas del conocimiento, con presencia en segmentos intensivos en conocimiento de alto impacto económico y social. Ejemplos incluyen las áreas nuclear, aeroespacial, informática, farmacéutica y biotecnológica. Además, en el desarrollo de vacunas y en investigaciones sobre enfermedades que afectan a la población, como el chagas y la leishmaniasis (que no son lucrativas y, por ende, no interesan al sector farmacéutico privado). En términos generales, el sector privado contribuye con menos del 10% de la inversión total en ciencia y tecnología en el país. Si el Estado dejara de invertir el 90% restante, nos quedaríamos sin investigación en áreas de gran relevancia productiva y social.
  4. Nasa y CONICET una comparación que atrasa al país
    Nasa y CONICET una comparación que atrasa al país

    Un ajuste en ciencia y tecnología tendría un impacto negativo considerable en la calidad de la educación universitaria. Más del 70% de los docentes universitarios también realizan investigaciones. Si el país dejara de invertir en ciencia y tecnología o se redujeran las instituciones del sector, como el CONICET, muchos científicos abandonarían la actividad o emigrarían. Esto tendría consecuencias directas al mermar la enseñanza con conocimientos actualizados y novedosos en sus respectivas disciplinas. Además, afectaría la relación del CONICET con otros organismos de ciencia y tecnología (INTI, INTA, CNEA, entre otros), especialmente en casos de dependencia dual.

  5. Se requieren más recursos humanos y presupuesto, no menos, para la ciencia y la tecnología. Comparativamente, nuestro país se encuentra por debajo del promedio de naciones desarrolladas en términos de cantidad de investigadores, ingenieros y doctores por habitante, así como en el porcentaje de inversión en ciencia y tecnología en relación al producto bruto interno. También es necesario fomentar la colaboración entre instituciones para fortalecer la conexión del complejo científico-tecnológico con el aparato productivo nacional, y dirigir con mayor énfasis la actividad del sector hacia la resolución de desafíos estratégicos y necesidades sociales, productivas y ambientales.

En resumen, el presente no es el momento de sacrificar la inversión en ciencia y tecnología. Los hechos históricos y la evidencia respaldan que el rol del Estado es crucial para el avance científico y tecnológico, y para asegurar el desarrollo sostenible del país.

La ciencia no solo enriquece nuestra comprensión del mundo, sino que también impulsa la innovación y mejora la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.

De la misma forma que diversas personas tienen coulrofobia (terror a los payasos), este candidato despierta cronofobia a gran parte de la sociedad argentina.

 

Por Marcelo Lozano – Ciudadano

 

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